26 de agosto de 2010

Tan lejos

Tan lejos. Un lágrima incandescente, peligro consciente de mi bailoteo audaz y melancólico, se desliza lentamente por mi agrietada piel.

Luz viajera e impedida, inválida y petrificada, que pretende finalizar mi día de fines eternos. Sensación insoportable. Tan lejos.

Y tras mis párpados, una mirada acurrucada, protegida inútilmente del horror de la no-luz, que ni por su nombre puede llamar.

Tan lejos, dice mi lengua de nuevo, aprisionada tras el muro de mis labios. Tan lejos, se repite y llora en explosión.

Tan lejos, dice al morir, en un susurro vivo, venciendo finalmente la barrera desgraciada del cuerpo, para entrar con gloria al perfecto e indecible mundo de la no-vida.

Que ni por su nombre puedo llamar.

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