26 de septiembre de 2008

Los Temas Genéricos

Vuelvo al blog, y ya se habrán dado cuenta. Etoy aquí y si miranel último post antes que este, es del 31 de Diciembre del año pasado. Woah! Larga ausencia!
En fin. Este post lo había escrito hace mucho tiempo, pero lo posteo para recomenzar mis acticidades en el blog. Un saludo!

Los Temas Genéricos

Imaginen una cámara enfocando el Planeta Tierra desde muy lejos. Incluso pueden ver la Luna desde su lado oscuro, y, por ende, el sol desde exactamente el otro lado, detrás de la Tierra.
Ahora imaginen que se acercan hacia ella. Se acercan a la Tierra, en dirección a América del Sur. Dejan atrás la Luna a medida que las lucecitas de las ciudades comienzan a brillar con más fuerza. Llegan al punto en que el planeta ocupa toda la imagen, ocultándonos el fondo estrellado. Las estrellas que vemos ahora son las incandescentes maquinaciones luminosas del hombre.
La cámara ahora se desliza hacia abajo, buscando Argentina. Se acerca, se acerca, hasta que un grupo de luces que parecía pequeño, se hace más notable. La cámara se hunde en esa dirección, mostrándonos en detalle una ciudad no muy grande.
Ahora las luces parecen más dispersas, a medida que los edificios cobran importancia. Podemos notar los automóviles que pasan rasantes por el asfalto.
Sin embargo, la cámara no llega hasta el nivel del suelo. Treinta metros antes de eso, gira repentinamente y se escabulle por una ventana de uno de los tantos edificios. Se adelanta por un pasillo y gira en una esquina.
Ahora lo que vemos es una persona al lado de la puerta de un ascensor. Cuando la puerta se abre el hombre entra y, a medida que las puertas se cierran, la cámara va acercándose para entrar al ascensor antes de que las puertas se cierren.
Está a punto de entrar, cuando la cámara retrocede de pronto y alguien entra repentinamente al ascensor.
Mientras la mujer recupera el aliento de los tres metros que recorrió velozmente, la cámara termina de entrar.
Ahora están ellos dos ahí, solos, a nueve pisos de la planta baja.
El aire se vuelve incómodo y asfixiante. Los pliegues de sus ropas suenan estridentemente y una tos se convierte en el estruendo de una banda de rock. Los pisos pasan hacia arriba lentamente.

Ocho...

El hombre abre la boca y…
En ese momento, incursiona en un terreno peligroso y traicionero. La tensión del momento lo lleva a ello, pero probablemente, lo único que logre sea provocar más tensión. Sus labios articulan lentamente lo que su mente hizo en pocos segundos.
Va a utilizar un tema genérico.
- Día duro, ¿No? – Pregunta.
La mujer apenas si se vuelve para responder con un gesto.

Seis...

Un atisbo de intranquilidad asomó la paciencia de la mujer y se volvió apresurada para contestar, a una velocidad apabullante.
- Como siempre.
El hombre levantó la vista, sorprendido. Su intento había tenido éxito. Lo que era un mensaje, se había convertido de pronto en comunicación. Estaban conversando. Pero… ¿Sobre qué?

- Claro, estos días es difícil...
Dijo. Y después se preguntó por qué había hecho. No era algo que sintiera. Tampoco era algo que supiera de ella. Sólo… lo dijo, esperando que tuviera algo de sentido.
La mujer, sin volverse, le asintió con la cabeza. Era increíble, pero un hombre y una mujer que no se conocían, no tenían la intención de conversar, no se sentían cómodos el uno con el otro… Estaban teniendo una charla.

Cuatro...

La mujer buscó algo en su bolso y revisó la hora. Era un celular de última generación, de no menos de mil dólares. El hombre intentó averiguar qué modelo era, pero la fugaz aparición del aparato le permitió ver que tenía una pantalla descomunalmente grande.
La mujer guardó el artefacto y continuó mirando hacia la puerta.
- ¿Ese es el celular nuevo del que tanto hablan? – Preguntó. Nuevamente se trataba de una pregunta que no tenía principio ni final. Era sólo eso, una pregunta que ni siquiera exigía una respuesta.
Y así fue. La mujer no respondió. El hombre, atemorizado, para no caer en la ridiculez o en la desesperación de una pregunta inconclusa, retrucó rápidamente.
- Porque creo que lo ví en la televisión, ¿Vio?... – La mujer asiente – Ese de la empresa estadounidense que domina el mercado de estos aparatos…

Tres...

Cuando pasaron por el tercer piso las luces parpadearon por un segundo. La adrenalina del hombre subió hasta tal límite que por un momento se sintió Keanu Reeves en Máxima Velocidad. Parpadeó y por un segundo creyó que la mujer era Sandra Bullock en peligro.
- ¿Sabe?... Por un momento… Sentí como si… - Comienza a decir, pero se da cuenta de que no podía estar más fuera de lugar. Su pausa hace que la mujer se de vuelta. – No importa, olvídelo.
Y ahí se da cuenta de que la curiosidad de la mujer había sido el momento perfecto. Y lo había desperdiciado.

Dos...

Su compañera revolvió en su bolso hasta encontrar un papel que sostuvo satisfecha entre sus trémulos dedos. Resolvió doblarlo y guardarlo en un bolsillo, quizá aliviada por haberlo encontrado.
El hombre, casi instintivamente, revisó sus bolsillos, pero lo único que encontró fue un billete de dos pesos y una lista de artículos para comprar que sólo se conseguirían en cierto local donde sólo pueden concurrir personas adultas.
La mujer se volvió y lo miró directamente a los ojos. Justo cuando el primer piso desfilaba ante sus atónitos ojos, el corazón le dio un vuelco. Por primera vez en ese kilométrico viaje su enigmática compañera había decidido enfrentarse a él.
¿Qué haría? ¿Lo llevaría hasta la pared para fundirse con él en un apasionado beso? ¿Pararía el ascensor con la parada de emergencia y se quitaría las ropas, lista para vivir la aventura sexual de su vida? ¿Mostraría su credencial de la CIA y le diría que necesita su ayuda para encontrar a un delincuente internacional?

- ¿Tiene hora? – Preguntó la mujer.

Las puertas del ascensor se abrieron y la mujer pudo ver en un reloj colgado en una pared la hora. Sin mediar despedidas, desapareció girando hacia la derecha.
El hombre se quedó allí, solo. Observó la lista de compras y sonrió. Si la mujer hubiera sabido de esos artículos, nunca le hubiera dirigido la palabra. Su sonrisa creció un poco más, a la vez que salía del ascensor.

Ja, vieron que uno siempre para zafar de la incomodidad se inventa un tema genérico? El tiemp loco, los estudios, la novia, la familia. Llega un punto en el que todos los temas son genéricos, y sólo la gente que se conoce puede hablar "en serio".
Mientras piensan en eso, coman algo rico y vean alguna buena pelìcula, abracen a sus novias y sean felices! (O coman algo horrible, vean una mala película y abracen a sus muñecas inflables, ustedes deciden)