12 de febrero de 2011

Cortes

Un pedacito de texto que encontré por ahí, mío pero no lo recuerdo.


¿Con qué otra sensación sino impaciencia podía esperar a la llegada del siguiente minuto? Cualquier otra persona, y realmente quiero decir cualquiera, habría sentido lo mismo: una completa e inevitable impaciencia. Poniéndose en mi situación, fácilmente uno puede hacerse a la idea de la total desesperación, un momento en el que todas las facultades humanas se saben impotentes e ineficaces ante una situación determinada. Donde, haga lo que haga, todo va a salir mal.
Definitivamente, ésa era la situación en la que me encontraba.
Desde la delgada capa de sudor que separaba mi mano del revólver, hasta el aire frío que se colaba por el cuello de mi camisa, de alguna forma estaba seguro de que ya nada podía salir bien. Todo lo que había planeado, lo que había previsto, había salido en sentido inverso. Absolutamente invertido.

No hay comentarios.: